¡Buenas a tod@s!
¿Qué tal las vacaciones de Semana Santa? Espero que disfrutaseis de ella ¡yo lo pasé genial! y aunque volví algo pachucha de Madrid ya estoy más o menos recuperada y no he podido esperar para subir el siguiente capítulo, que ya lo tenía casi terminado antes de irme de vacas.
Como veis este capítulo viene un poco de relax, como yo, ya que es un pequeño paréntesis que he querido introducir para que veáis que nuestra ninfa no se aburre ni pierde el tiempo mientras Thaerion está bueno....con sus cosillas xD
No es gran cosa, pero espero que os guste de todas formas ^^
Y bueno, también quiero comentar que como ya dije por Facebook he decidido aprovechar los cambios de texturas para hacer también algunos cambios de look en ciertos personajes que no me gustan del todo como quedaron. Así que en este capítulo podréis ver a Lande bastante cambiado.
La verdad es que me está costando acostumbrarme al nuevo, ya que este tiene la carita menos inocentona que la anterior, pero no me gustaba mucho el otro por ser de los primeros sims que hice y haber salido bastante sosote, pero bueno.
El caso es que no será el único sim que sufra alguna modificación :P
Y de momento creo que no tengo mucho más que contar, espero que os guste el capítulo y comentéis ¡un besazo enorme!
PD: ¡Se me olvidaba! He querido aprovechar este capítulo para hacer un mini homenaje a Twallan, los simmers seguramente sepáis quien es, pero si no es así sólo decir que es el creador de un montón de mods super útiles de Los Sims 3 y que a mi personalmente me han salvado de muchos quebraderos de cabeza a la hora de crear y montar capítulos (MasterController, Animator, Traveler...).
jueves, 24 de abril de 2014
CAPÍTULO XXIV: Un agradable pero frío paréntesis.
(Bridgeport, 1 de
Marzo de 2011)
Era día festivo en la ciudad y
las chicas, al verme tan demacrada, me dieron unos días libres para que me
relajase y me divirtiese un poco fuera de la Compañía.
Rebecca, la mujer de Gas, me
invitó a ir con ellos y con los niños a un parque de atracciones que habían
abierto hacía poco, y yo acepté encantada, pues hasta ese momento no había
pisado uno en la vida. Lande también se apuntó, y entre todos pasamos un día
muy agradable y divertido.
Una vez allí, nos encontramos de casualidad con Francessco que estaba pasándoselo bomba él sólo en la montaña rusa, y se unió a nosotros convenciéndome para que me subiese con él en esa atracción infernal que casi me hace echar el desayuno ahí mismo.
-
¡Vamos
Alice! ¡Si es muy divertido! – gritaba entusiasmado Lande, que iba un vagón
por detrás nuestro y se lo estaba pasando pipa con su sobrino.
-
¡No
quiero morir!
-
Jajaja
¡No sabía que fueses tan miedica! – exclamó Fran mientras me quitaba las
manos de los ojos para que viese la caída a la que irremediablemente nos
acercábamos poco a poco.
- ¡No soy miedica! - respondí tratando de hacerme la valiente y no gritar - ¡AAAAHHHHH!
Sin éxito claro.
-
Jajajaja
¡Esto es una pasada!
-
¡Sin
manos, tito!
- ¡Yuhuuuuu!
Pero la verdad es que después de
la tercera ya me acostumbré y empecé a divertirme tanto como el resto.
Había zonas donde pasábamos por
debajo de enormes chorros de agua, y otras donde una especie de peces mecánicos
saltaban sobre nosotros como delfines. Eran mis favoritas, aunque acabásemos
empapados yo adoraba sentir el agua fresca cayendo sobre mi rostro.
Era una sensación muy emocionante, y seguramente si no fuese por el delicado estado de salud de mi estómago, seguramente habría disfrutado más...
Pues al final acabé en el baño
como suponía que haría al subirme en la montaña rusa.
-
¿Estás
bien cielo?
Me había encerrado en una de las
letrinas del solar para vomitar y Rebecca se acercó algo preocupada al ver que
no salía, acompañándome después hasta uno de los bancos del parque.
En ella había una réplica en
piedra de uno de los personajes más influyentes de nuestro mundo, un tal
Twallan, que al parecer había hecho grandes avances para ayudar a hacer
nuestras vidas más agradables y sencillas.
-
Si… –
sonreí para que no se preocupase y di un trago a la coca cola que me ofreció
para refrescarme. – Creo que me pasé con
la montaña rusa.
-
No
deberías subirte a esos sitios en tu estado –respondió de forma maternal.
-
Es que me
convencieron… – comencé a explicarme
- espera… ¿Qué estado?
Se echó a reír al ver la cara que
puse.
-
Tranquila
mujer, que no lo digo por nada raro – aclaró – es sólo que se nota que no estás bien.
-
Ya…no sé,
será el estrés. O el cambio de tiempo.
La verdad es que hasta yo
empezaba a preocuparme, nunca había estado enferma más de un par de días a lo
sumo, y ya llevaba así cerca de tres meses.
-
¿Y por
qué no vas al médico y sales de dudas? Si quieres puedo acompañarte.
A estas alturas todo el mundo
sabía ya de mi aprensión hacia los médicos, pero por mucho que me preguntasen
siempre me cerraba en banda y no quería saber nada del tema.
-
Ya me
siento mucho mejor – contesté evadiendo la pregunta – No hace falta, de verdad.
Rebecca no parecía muy
convencida, pero tampoco quiso insistir más y se llevó una mano a su abultado
vientre.
-
Cuando yo
me quedé embarazada de Duncan estaba más o menos igual, por suerte tras el
primero los otros dos embarazos los he tenido bastante normales.
-
¿Duncan
fue tu primer hijo? Pensaba que Jack y Sally…
Aunque eran algo morenos para ser
hijos de Gas.
-
No, a
ellos los adoptamos cuando eran muy pequeños – sonrió – Gas y yo teníamos problemas para engendrar
y decidimos hacernos cargo de los dos como si fuesen nuestros hijos. Y les
queremos tanto como al resto, son unos chicos estupendos.
-
Tenéis
mucha suerte, ojalá yo pudiese tener una familia como la vuestra.
Lo dije sin pensar, pero era lo
que sentía realmente. Supongo que el hecho de no poder tener un hijo propio me
hacía desearlo inconscientemente.
-
¿Y por
qué no vas a tenerla? Eres muy joven todavía, y estoy segura de que tienes un
montón de pretendientes.
En ese momento miró sonriente a Francessco, que estaba con Lande jugando a aporrear enanos en una máquina sin enterarse de nada.
-
Aunque
quisiera no podría – confesé tratando de no parecer muy afectada por ello.
-
¿Y eso?
-
Es…difícil…-
traté de buscar el modo de explicarme sin tener que revelarle demasiado. – Hace años tuve unos problemas…y bueno…la
verdad es que no funciono como la mayoría de chicas de mi edad.
Reproductivamente hablando.
Rebecca me miró extrañada, y no
era para menos, me explicaba fatal. Pero era la primera vez que hablaba del
tema abiertamente y me costaba encontrar las palabras para hacerlo.
-
No lo
entiendo… ¿Pero el período te baja normalmente?
-
¿Período?
-
Si, la
regla. Ya sabes, cuando ovulas cada mes…- esta vez la que parecía confusa
era yo, por lo que abrió los ojos de par en par sorprendida – espera…no me digas… ¿No has tenido nunca un
sangrado?
-
Bueno si,
a veces me he caído y me he hecho daño. Sobre todo cuando era pequeña…- me
quedé pensativa unos segundos, y entonces caí en la cuenta de lo que hablaba.
Por raro que pudiese parecer yo no estaba muy familiarizada con ese tipo de
temas tan normales para otras mujeres, y lo que otras consideraban extraño yo
lo veía de lo más normal – No, no de ese
modo. Yo nunca he tenido sangrados mensuales.
-
Oh…vaya –
por unos segundos no supo qué decir, pero finalmente terminó sonriéndome
para no hacerme sentir mal – Diría que
lo siento, ¡pero no sabes la suerte que tienes! – trató de animarme – No sabes lo molesto que puede llegar a
ser.
Yo le devolví la sonrisa y me
encogí de hombros, tampoco es que pudiese quejarme de algo que nunca he
sentido.
-
Si
quieres podemos ir con el resto – terminé diciendo al verla algo incómoda y
preocupada por mí. – Creo que Gas te
necesita.
Nos echamos a reír al verlo tratando de quitarse de encima a Duncan, que estaba enganchado a su pierna, mientras la pequeña reclamaba su atención para que le subiese en un barco pirata que ya estaba ocupado por otra niña.
-
¡Cuando
quieras te presto uno de los míos!
-
Jajaja seguro que no tendría tanta paciencia como vosotros.
Rebecca me guiñó el ojo, y con
una amable sonrisa se disculpó para ir en su ayuda.
Yo decidí acercarme donde estaban
Lande y Francessco y jugué un rato con ellos, y hasta batí un nuevo record al
aplastar a un montón de vampiros mecánicos con el martillo de gomaespuma.
-
¡Ala!
¡Eres un hacha aporreando bichos! – exclamó el rubio - Acabas de superar mi puntuación.
Francessco Y Lande me miraron
como si aquello fuese algo difícil, y éste último lanzó una miradita divertida
al otro.
-
Oye,
cuidado con ésta que es un peligro.
-
Tengo
suerte de no ser un vampiro – respondió él rascándose la nuca nervioso.
-
Bueno
pareja, voy a ver cómo va mi hermano.
Lande nos dedicó un guiño y nos
dejó solos. Francessco me miró cómo si él no hubiese tenido nada que ver con
eso y se sonrojó un poco.
-
¿Estás ya
mejor? Parecías algo mareada antes.
-
Si, ya
estoy bien.
-
Me
alegro…ummmm… ¿Te apetece un helado?
-
¿Con este
frío? No me apetece mucho, pero gracias.
-
Ya…sí, es
cierto… - pensó de nuevo algo tenso - ¿Un
café?
-
Estaría
bien – contesté sonriendo para intentar tranquilizarle.
-
Bien…vamos
allí.
Nos acercamos a uno de los muchos
puestos que había por la feria donde servían café recién hecho de distintas
clases, y me invitó a un capuchino cargado de espuma y con canela por encima.
Estaba riquísimo, y agradecí el calor que desprendía a través del cartón en mis
manos.
La primavera estaba al caer, pero
esa semana estaba siendo especialmente fría y había que ir más abrigado por la
calle.
-
¿Damos un
paseo mientras? – preguntó tímidamente.
-
Claro.
Echamos a andar por el parque y
noté que Francessco seguía muy callado y nervioso, así que decidí romper el
hielo un poco preguntándole por sus cosas.
-
¿Qué tal te
fueron los exámenes? Violeta me dijo que ya los habías terminado.
-
Si, menos
mal. Creo que los he aprobado todos.
-
¡Vaya!
¡Enhorabuena! – le di un pequeño apretón en el brazo y sonreí al ver los
tímidos hoyuelos que se formaron en sus mejillas. – Así que vuelves a ser un hombre libre.
-
Sólo
durante un par de meses, y no del todo…pero sí – carraspeó - o sea…yo siempre estoy libre para ti.
Aunque tenga exámenes.
Bajó la mirada hasta su café y
dio un último sorbo de éste.
-
Debo
sentirme halagada entonces – contesté animada. - Tu primo dice que es casi imposible conseguir que salgas de casa cuando
estás enfrascado en tus estudios.
-
Mi primo
suele exagerar el noventa y nueve por ciento de las cosas que dice – bromeó
con una sonrisa – y el uno por ciento
restante no cuenta porque suele ser mentira, sobre todo si se trata de mí.
-
Lo he
notado – reí – pero parece que a
pesar de todo os lleváis muy bien.
-
Bueno,
tenemos nuestros momentos…pero sí. Aunque somos muy distintos, y eso hace que
choquemos muchas veces. Le gusta mucho hacerme rabiar…es así desde que éramos
unos críos.
-
Habría
que haberos visto juntos. Seguro que erais monísimos.
-
Sobre
todo yo – me guiño el ojo – aunque
él se eche más flores yo heredé la belleza italiana de los Aimonetto.
-
¡Habló el
modesto! –exclamé divertida.
-
¿Me vas a
decir que él es más guapo?
Parece que la timidez empezaba a
disiparse con la cafeína, y decidí seguirle el juego, animada por su buen humor
y esa sonrisita medio tímida medio descarada que tanto me gustaba sacarle.
-
No lo sé,
tendría que verlo a él también desde más cerca.
- Ohh...¿y a mi si me has visto bien?
-
Un poco…-
respondí insinuante.
-
Pues yo creo
que no tanto como deberías- respondió acercándose lentamente. – Si lo hubieses hecho no creo que dudases ni
un instante de quién es el más guapo.
A pesar de la clara insinuación,
sus mejillas estaban rojas como un tomate y su voz temblaba un poco. Al
principio pensé que podría ser el frío, pero conocía a Fran lo suficientemente
bien como para saber que ese tipo de juegos le ponían muy nervioso.
-
¿Ah sí?
¿Y qué me sugieres entonces…?
Antes de que terminase la frase
él se inclinó hacia mí para besarme, y esta vez no hice ningún amago de
apartarme. Me apetecía hacerlo.
Sus labios eran cálidos y sabían
al café que acaba de tomarse, resultaban agradables en medio de aquel frío
insoportable.
Disfruté del beso sin pensar en
otra cosa, y cuando él se apartó para mirarme a los ojos vi que éstos brillaban
al clavarlos en los míos.
-
¿Y bien…?
– preguntó algo inseguro.
-
Me has
convencido – contesté algo tímida. – Me
gustas más que tu primo.
Él se echó a reír, y más animado,
me cogió de la cintura para atraerme hacia su cuerpo con suavidad.
- ¿De verdad? ¿Y no quieres repetir para estar más segura? - preguntó volviendo a rozar mis labios con los suyos para después apartarse de forma juguetona.
-
Vaya…pareces
tímido pero creo eres muy listo y lo que quieres es aprovecharte de mi
ingenuidad – me defendí – Creo que
para ser justos debería probar también con tu primo.
Le miré divertida y él puso una
mueca haciéndose el ofendido.
-
No creo
que a Nadia le hiciese mucha gracia.
-
¿Y a ti?
-
A mi
ninguna.
-
¿Y qué
piensas hacer para evitarlo?
-
Esto…
Su boca se amoldaba cada vez
mejor a la mía y la sensación de estar unida a él de ese modo era muy agradable.
Sabía que aquello no podría
compararse nunca a estar con Thaerion, pero no podía negar que me gustaba estar
con Francessco y me sentía atraída por él.
Noté como sus dedos se volvían cada vez más firmes y seguros en mi cintura, y cómo se aventuraban a ir más allá y bajar lentamente para rozar mi trasero. Y sentí como su respiración se aceleraba un poco mientras sus labios se volvían cada vez más exigentes.
Cerré los ojos con fuerza y traté
de corresponderle del mismo modo, pero en ese momento la voz de Duncan nos interrumpió
y Fran se separó un poco mirándome nerviosamente.
-
¡Tito,
mira! – exclamó señalándonos - ¡Fran
y Alice ya son novios!
Francessco volvió a ponerse como
un tomate y le tapó la boca. Observando nervioso como la gente que pasaba por
ahí se nos quedaba mirando con curiosidad y el resto del grupo nos sonreían
divertidos.
-
¡Calla
niño! ¡Que se va a enterar todo el mundo!
Me eché a reír, y aunque fuese algo inmaduro por mi parte...por un momento
deseé que Thaerion volviese a hacer una de sus apariciones y que
él también se enterase.
Quería que supiese que yo también
podía rehacer mi vida…
Cómo me hubiese gustado poder mirarle a los ojos y decírselo a la cara.
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