miércoles, 23 de julio de 2014

CAPÍTULO XXVII: Deseo Dormido I

(PRIMERA PARTE)

Después de tres meses de encierro, había empezado a moverme con más libertad por la Compañía y hasta me atrevía a salir yo sola por la calle sin miedo a ser localizada por la policía. Aunque siempre a horas en las que el sol seguía bañando la ciudad y no había peligro de encontrar a ningún vampiro por ahí suelto.
Janne seguía teniendo sus reservas al respecto, y a pesar de su escaso tiempo libre por la creciente actividad de su nuevo grupo, a veces lo sorprendía vigilándome con ese gesto suyo que no dejaba lugar ni a una queja.
Daba igual del modo que le explicase que estaba bien y que no necesitaba ser controlada como una cría cada vez que me alejaba tres pasos de Shelüne, él siempre tenía una explicación completamente lógica de por qué motivo no podía ni fiarme de mi propia sombra al salir y debía estar allí para vigilarme.

Y sé que tenía razón, pero no os imagináis lo exasperante que podía llegar a ser ese enorme nativo cabezota…
¿Qué peligro podría correr comprando en una floristería?

Una vez, hasta se me ocurrió probarle, y al saber que me seguía le conduje hasta uno de esos locales que no cierran ni de día donde las mujeres se dedican a atraer clientes para que paguen por ver su cuerpo, y a veces por catarlo.
Entré deprisa simulando estar indispuesta, y al verme tan apurada el dueño del local se echó a reír y me dio las llaves del baño.

Janne entró unos segundos más tarde, y yo me escondí en el pasillo para ver su reacción al darse cuenta de donde estaba.

Creo que pocas veces me he reído tanto en mi vida…las mujeres, al ver entrar a semejante hombre, hicieron un coro alrededor suyo intentando provocarle de formas muy variadas (y algunas muy poco sutiles), dejando de lado al resto de clientes más madrugadores que sólo habían entrado a mirar. 
Si no fuese por el tono oscuro y rojizo de su piel habría asegurado que se quedó tan colorado como los faroles que adornaban las paredes.

Me costó sacarle de allí, y no porque el pobre quisiese quedarse, pues parecía querer que le tragase la tierra, sino porque había dos chicas que se le engancharon a cada brazo como garrapatas y no lo soltaban.
No debía de ser muy común ver a un hombre así entrar a su local, porque realmente se pusieron como locas. Y no me extraña.

Al salir, me miró fijamente con aquellos profundos ojos negros y me dijo muy serio:

- Te va a hacer falta algo más que un par de pechos para que deje de seguirte.
-          En realidad eran más de un par – bromeé intentando sacarle una sonrisa.

-          No los he contado – contestó sin inmutarse.

-          ¡Oh vamos! ¡No puede ser posible que permanezcas impasible ante algo así sin ser de la otra acera!

-          Ya te he dicho que no me gustan los hombres.

-          Ni las mujeres – añadí.

-          Me gustan las mujeres.

-          ¡Pues no lo parece! – exclamé cruzándome de brazos.
-          ¿Por qué te empeñas en provocarme? ¿Has hecho algún tipo de apuesta con Lande? No sería la primera vez que pierde.

-          No. Es solo que… siento curiosidad – traté de explicarme empezando a sentirme bastante estúpida por haber hecho algo así.

-          ¿Sabes lo que dicen de los gatos?

Alcé la mirada del suelo, y vi un tenue brillo en aquella oscura mirada que me hizo por un instante temblar al pensarlo.
Entonces sonrió ligeramente mostrando sus inmaculados dientes y llevó una manaza a mi cabeza, acariciándola como si no fuese más que un curioso gatito.

-          La próxima vez…piensa que te seguiría hasta la mismísima boca del lobo si tú me guiases hasta allí. 
Tragué saliva, incapaz de hacer comentario alguno ante semejante afirmación. Pero al verme tan sorprendida se apresuró en dejar claro sus motivos, los cuales ya sabía de antemano y sólo me confirmaron una vez más que él nunca me vería como algo más que su protegida.

-          Recuerda que es mi deber estar a tu lado, y al menos de momento vas a tener que aceptarlo.

-          ¿Al menos de momento?

- Así es.
-          ¿Eso significa que si tus sueños, tus espíritus, o lo que sean, te dijesen que ya no hace falta que estés a mi lado te alejarías sin más?

Él no contestó a mi pregunta, simplemente echó a andar de vuelta a la Compañía. Pero pensar en ello me dolió irremediablemente, y me hizo darme cuenta de lo mucho que apreciaba la presencia de aquel hombre en mi vida. Por muy pesado que se pusiese al seguirme a todas partes.
¿Cómo era posible que consiguiese siempre que con mis propios actos me diese cuenta de que tenía razón y lo necesitaba a mi lado?

Después de aquello, decidí dejarle hacer lo que quisiese, aunque siempre intentando guardar un poco las distancias con él. No deseaba volver a encariñarme de alguien más de lo necesario, pues sabía que no podría soportar un nuevo abandono.

Y él respetó en todo momento la distancia que había impuesto entre nosotros. Aunque sabía que ya era tarde para tomar medidas al respecto.

***
Días más tarde, me enteré por casualidad al escuchar hablar a Ángela y Violeta de que Jake, mi antiguo jefe, ya estaba recuperado del todo y había vuelto al trabajo. Así que decidí que ya era hora de hacerle una visita y disculparme por lo que había pasado.
Para evitar malentendidos, lo primero que hice fue decírselo a Janne, pero como era lógico no le gustó nada la idea y trató de hacerme entender con buenas palabras lo mala idea que era volver a pisar ese pub.

- Sabes que voy a ir te pongas como te pongas - contesté con firmeza después de tres días de negociaciones sin éxito.
Él suspiró, y al final conseguí que cediese con la condición de que alguien de confianza me acompañaría cuando fuese, y que me largaría de allí antes de que anocheciese.

Yo acepté sus condiciones, pero aproveché uno de los días de ensayo intensivos del grupo para alejarme de la Compañía y evitar de paso un encuentro inesperado con Valo. Al que había empezado a encontrarme de vez en cuando por los pasillos en momentos bastante fugaces.
En todos ellos sentía que mis piernas adquirían la consistencia de una gelatina, y se debatían entre tirarme al suelo estúpidamente o lanzarme directa a sus brazos. Así que traté de evitar en todo lo posible salir de mi cuarto cuando él estuviese allí o dedicarme a hacer recados.

Y tampoco es que él intentase volver a acercarse a mí, de hecho estaba prácticamente tan esquivo como yo últimamente. Así que imaginé que habría entendido mis anteriores indirectas y ya se habría buscado otros entretenimientos, seguramente dentro de la propia Compañía o entre sus fans. Tampoco es que me importase saberlo.

Decidí que no pensaría mucho en ello, y que actuaría de forma natural si le veía por allí, sin parecer una idiota despechada ni nada por el estilo.
Pero eso no evitaba que sintiese su presencia continuamente, y su mirada clavada a mi espalda cada vez que me daba la vuelta.

Y así pasó hasta que, como dije, decidí aprovechar el ensayo del grupo en Shelüne para quedar con Francessco y de paso ir a visitar a mi ex jefe.

***

Bridgeport, 10 de Marzo de 2011
Francessco me había invitado a ir al cine a ver una comedia pastelosa, pero como no me apetecía ver demasiado romance últimamente le dije que prefería ver una de terror y él no puso ninguna pega.

Así que nos metimos en una peli llamada "Vuelo Sangriento 7" y nos dedicamos a ver gente que moría por motivos de lo más absurdos y sin venir a cuento.
Al entrar en la sesión me di cuenta de que había incluso más parejas que en la romántica, y que al apagar las luces y en los momentos de tensión más de uno se dedicaba a aprovechar para meter mano a su respectiva acompañante.

Fran en cambio era demasiado tímido para aprovechar la ocasión, y al final fui yo la que me animé a darle algún que otro achuchón al verle esconder la cara detrás del cartón de palomitas para evitar las partes desagradables.
Es que se ponía bastante mono cuando se asustaba.

- ¡No! ¡No metas el cuchillo en la tostadora!
Y de alguna forma había que hacerlo callar para que no nos echaran de la sala.

Después de la peli me llevó a una sala recreativa con bolera y nos divertimos como niños echando varias partidas y probando casi todas las máquinas que había en la sala, que no eran pocas.
Me di cuenta de que allí casi todo el mundo le conocía, y con algo de timidez al principio me presentó a muchos de sus amigos. Entre ellos dos de sus compañeros de piso, el chico del hueco en el sofá (supuse), que se llamaba Brune, y Rick, al que ya había visto antes cuando fui a su piso.
También me presentó a alguna chica y pude comprobar como con ellas no era tan sumamente tímido como conmigo.

En general todos me parecieron muy simpáticos, y me gustó poder desconectar un poco en un ambiente distinto al de Shelüne.
-          Y estas son Lara y Victoria. Son estudiantes de mi facultad.

-          ¡Encantada! – exclamé sonriente.

-          ¡Hola! Igualmente – me contestó la tal Victoria con un guiño.
-          Vaya Fran, ya era hora de que nos presentases a una chica. Empezábamos a pensar que preferías los rollos virtuales.

Una de las chicas, la que se llamaba Lara, no paraba de meterse con él, pero a la mínima que me daba la vuelta aprovechaba para ponerle ojitos y tratar de flirtear con él. Cosa que realmente no me resultaba molesto, aunque no debiese ser así.
Tenía el pelo rubio claro y rizado, y era bastante guapa. Vestía de modo muy parecido a los chicos que había por allí, pero no por eso dejaba de resultar bastante femenina y coqueta.

Sobre todo cuando Francessco se dirigía a ella. 
Se tiraron un buen rato hablando de comics y juegos de rol mientras jugábamos a los bolos, y yo intenté quedarme con algo de lo que decían e integrarme, pero al ver que no sabía de lo que hablaban en la mayoría de casos decidí hacerme a un lado y echar unas partidas al baloncesto mientras él charlaba con ellas y otros amigos que llegaron más tarde.
No se me daba nada mal, con Lande solía jugar a ese tipo de cosas y había muchas veces que conseguía ganarle y todo. Y no tardé en tener a un grupo de chicos curiosos observando cómo canastaba, y hasta me animaban cuando daba pequeños saltitos para celebrar mi victoria.
Eran muy simpáticos, aunque hacían cosas muy raras a veces.

Pero al darse cuenta y al verme rodeada de chicos, Fran se puso un poco de mal humor y me sacó de allí lanzando algunas miradas fulminantes a algunos.

-          ¿Qué ocurre? Sólo estaban viendo cómo juego… ¿Viste la paliza que le di a tu amigo Rick?

- No me extraña - murmuró de mala gana - se ha pasado toda la partida mirando la canasta inadecuada.
Yo le miré sin entender qué le pasaba y me encogí de hombros sin darle mucha importancia, y enseguida se le pasó el mal humor y me invitó a continuar con la velada en otro sitio.

-          ¿Te apetece que pasemos por un chino y cenemos en mi casa? Queda bastante cerca de aquí y podemos comprarla de camino – comentó alegremente.

Y estaba vacía, ya que sus compañeros seguían dándole a las maquinitas y al parecer iba para largo.
No me pasó por alto que seguramente querría aprovechar la ocasión para estar a solas en un lugar más íntimo, por lo que vi la ocasión perfecta para negarme poniendo una excusa que a la vez me vendría bien para matar dos pájaros de un tiro.

-          La verdad es que me apetecía más cenar fuera de casa y tomar luego una cerveza por ahí, conozco un sitio que no está nada mal y me han dicho que ponen buena música.

Pareció un poco desanimado, pero enseguida se recompuso y asintió.

- ¿Ah sí? ¿Dónde está?
-          Pues...en el puerto. En la zona de bares.

Más bien en la zona de antros apestosos donde matan a camareras inocentes. Pero no era el momento de chafar mi propio plan dando detalles innecesarios.

- Podemos ir a ese restaurante que dices, me encanta la comida china – dije animada, intentando no dejarle mucho tiempo para decidir y de paso acordarse de que esa zona era donde yo trabajaba anteriormente. Antes de que matasen a mi compañera.
-          Claro, como quieras – aceptó sonriente.

Le había prometido a Janne que iría con alguien de confianza, así que al menos en esa parte no me había saltado las reglas…aunque supongo que lo de ir cuando ya estaba oscureciendo no le iba a hacer mucha gracia y tendría que explicárselo luego.
Dicen que hay personas que necesitan palpar el peligro para sentirse vivas ¿no?

Pues yo no era una de ellas ¿qué pensáis?

Lo que pasa es que llevaba demasiado tiempo siguiendo las reglas. 

En fin, como era de suponer, al día aun le quedaban muchas horas y sorpresas para acabar. Y en ese momento la noche tan sólo estaba empezando.

***
Puerto de Bridgeport
El Horny Shark seguía como siempre, la entrada apestaba a pescado podrido y el letrero oxidado de la entrada parpadeaba intermitentemente haciendo que pareciese aún más cutre el lugar.

La verdad es que no lo había echado nada de menos, y al verme allí empezaron a asaltarme recuerdos muy poco agradables de mi época como camarera, y sobre todo de mi último día de trabajo.


-          ¡Qué buena estaba la comida! – exclamé agarrándome de su brazo para tirar de él y hacerle entrar en el local casi a rastras, antes de que se fijase en el nombre del pub - ¡Pero me muero por una cerveza ahora mismo!
Temía echarme atrás antes de ver a Jake, y ya había llegado demasiado lejos como para perder la oportunidad de hacerlo.

-          ¿En serio? ¿El Horny Shark?
-          ¿Eh? – miré el cartel haciéndome la tonta, como si fuese la primera vez que lo veía en mi vida – Oh sí, es un nombre un poco raro ¿no? Y vaya cartel cutre…

- ¡Me has traído al pub donde tú trabajabas y donde mataron a tu compañera! – exclamó mirándome con una mezcla de indignación y sorpresa que me hizo sentir aun peor por meterle en esa situación.
-          ¡Shhhh! – me llevé el dedo a los labios - ¡grita más alto! ¡que te escuche todo el mundo!

-          Joder…perdona, me he puesto nervioso – dijo en un tono susurrante - pero… ¡¿en serio?! – esta vez fue él quien se puso el dedo en los labios para corregirse y me miró con los ojos muy abiertos antes de seguir hablando entre susurros - ¿es que quieres que Janne me arranque la cabellera y se la ponga a modo de collar?

- ¡No seas exagerado! Si sólo será un momento, y no tiene por qué enterarse. Será nuestro secreto - le miré con una sonrisita confidente, pero a él no pareció hacerle mucha gracia.
Temía demasiado por su pelo.

-          Me vas a meter en un buen lío… ¿y si por casualidad aparecen los que iban a por ti? ¿Y si la policía te está buscando aun para que declares? ¿Y si…?

-          El crimen ya se resolvió y han cerrado el caso, la policía piensa que yo no tuve nada que ver en eso. ¿Y no recuerdas que el asesino de Beth apareció muerto? A no ser que le dé por resucitar y tenga el don de la oportunidad no va a pasar nada.

Fran me miró pensativo y finalmente tuvo que aceptar mi razonamiento. Cuando quería podía ser tan convincente como Janne, aunque realmente ocultase lo más importante.
-          Pero no lo entiendo… ¿qué se supone que has venido a hacer aquí? Pensé que no te quedarían ganas de volver a pisar este antro apestoso. Que por cierto, es peor de lo que me imaginaba.

-          Mi ex jefe se ha recuperado de sus heridas y ha vuelto a trabajar aquí, sólo quería verlo y despedirme de él como es debido.

-          Pero Alice, nadie que te conozca debe saber dónde te encuentras.

 - No le diré nada de mí misma, no tiene por qué saberlo. Sólo lo saludaré, te lo presentaré y nos tomaremos algo antes de irnos – le tranquilicé – y luego si quieres podemos tomar la última cuando me acompañes a la Compañía. A salvo, y solos… - sonreí dulcemente acercándome a su oído.
Aquel ofrecimiento hizo que su gesto poco convencido cambiase a uno más confiado y se sonrojase un poco.

-          E-está bien, pero nada de meterte en líos ¿vale? En cuanto veas algo raro me lo dices y nos marchamos.

- Claro que sí. Pero antes de entrar...
   Asentí sonriente y le di un suave beso en los labios para intentar tranquilizarlo, pero no conté con que él llevaba tiempo esperando ese momento, y lo que conseguí es que aprovechase para profundizar el beso introduciendo su lengua lentamente en mi boca y me atrajese posesivamente hacia su cuerpo.
Entonces recordé la primera vez que alguien me hizo algo así, y sin saber porque me aparté con algo de brusquedad, dejándole bastante planchado. Aunque al menos esta vez no hubo ningún bofetón por medio…
-          L-lo siento…es qué…- no supe qué decir, me sentí como una idiota, ya no era una niña de quince años.

Él negó con la cabeza y me dedicó una sonrisa tranquilizadora, besándome de nuevo pero esta vez en la frente.

-          No te preocupes – contestó y me tomó la mano. – Anda…vamos dentro.
Yo le seguí, y como ya sabía el camino le guié hasta la planta de arriba por los baños. La de abajo volvía a estar tan desierta y sucia como cuando yo empecé a trabajar allí.

Pronto me di cuenta de que había tomado el mismo camino que cogí el día que encontré a Beth muerta, y que deberíamos pasar por ese pasillo antes de llegar a la sala principal.

Y me arrepentí de no haber subido por la barra de incendios como el primer día.
-          ¿Estás bien? – preguntó al ver cómo me detenía de golpe.


Habían colocado una máquina expendedora enorme en el mismo sitio donde la encontraron, al ser una pared de ladrillo habría sido difícil borrar la marca de lo que ocurrió allí y tenían que taparla de algún modo.
Por un instante sentí la necesidad de salir corriendo de allí, pero Francessco tomó mi mano y me llevó hasta el interior del bar, donde la potente música me hizo despertar y centrar la vista en la zona de la barra.

Música: Franky Perez & The Forest Rangers - Higher Ground

Había un par de camareras nuevas que no conocía de nada, una rubia y otra morena, pero ni rastro de Jake. Aun así decidí acercarme para preguntarles por su jefe.

Fran se acercó conmigo a la barra donde yo solía trabajar, y la camarera rubia se apresuró a atendernos.
La verdad es que para ser día de diario había bastante ambiente allí arriba…quizás a la gente solía atraerle el morbo más de lo que pensaba en un principio y el local no había tenido tantas pérdidas como se esperaba con un suceso así.

Nos pedimos dos cervezas, y esperé a dar algunos tragos antes de animarme a preguntar a la camarera.
Era una chica más o menos de la edad de Beth, tenía una abundante melena rubia y unos preciosos ojos de color azul cielo que resaltaban bastante con el maquillaje ahumado que llevaba. Sus pómulos estaban muy bien definidos y llevaba un pendiente de botón sobre el labio. Tenía varios tatuajes en el brazo y un sugerente escote al que más de un cliente se quedaba embobado mirando.
Frente a su barra, junto a nosotros, había un tipo enorme con una poblada barba que no dejaba de observar de forma amenazante a cualquiera que intentase tontear con la chica rubia. Debía medir aproximadamente dos metros de alto, y bajo su peso el taburete parecía a punto de quebrarse. Aunque estaba bien proporcionado y bajo su chupa de cuero podía notarse que el chico hacía pesas a menudo.

Tenía pintas de motero, y daba un poco de miedo.
Junto a él había un chico oriental algo entrado en carnes, con el pelo largo hasta la mitad de la espalda y una perilla no demasiado poblada que mucho tenía que envidiar a la de su compañero. Vestía con una especie de… ¿túnica? Y a veces le daba por gritar cosas sin sentido, seguramente por culpa de la bebida.
La otra camarera era una chica muy atractiva de pelo largo moreno y flequillo recto, alta y delgada como Ángela, y vestía con ropas algo góticas.

Llevaba uno de esos incómodos corsés tan ajustados que estilizan la figura y hacen que parezca que tienes más pecho. Y la verdad es que le quedaba de miedo, pero sufría sólo de imaginarme trabajando con uno de ellos tantas horas. Su nariz era fina y recta, muy acorde a sus rasgos, y un piercing negro atravesaba el puente de ésta de lado a lado.
Entre las dos parecían ganarse de sobra a la clientela masculina, aunque el tipo de las barbas no parecía demasiado a gusto con tanto baboso rondándolas.

-          Edmond…compórtate – decía la rubia – cómo vuelvas a liarla con alguno de los clientes te juro que la próxima vez te bebes la birra fuera.

El tal Edmond apretaba la amplia mandíbula casi tanto como la jarra de cristal que tenía entre su manaza. Temía que se rompiese en cualquier momento.
-          Si yo me comporto, pero como ese capullo vuelva a decirte algo le hago tragarse las bolas del billar.

-          Aquí no hay billar.

-          ¡Pues las bolas se las traga! ¡Y no van a ser las mías! – exclamó golpeando la barra con el puño cerrado.

-          ¡El gran Fujio piensa que la geisha occidental debería usar kimono y enseñar menos carne, o sus clientes nunca pagarán por ver el sashimi que hay debajo!
-          ¡Y tú te quieres callar! ¡Edmond! ¡Te tengo dicho que no traigas al jodido chino raro este a mi trabajo!

-          ¡Soy japonés! ¡Geisha indigna!

- ¡Y yo soy camarera, no puta! ¡Lunático de mierda!

Al ver el panorama, Francessco me miró de reojo y con un disimulado mutis ambos nos trasladamos a la barra de la morena como el que no quiere la cosa. Al menos ella estaba más tranquila sin esos dos y nuestra cerveza no corría peligro de ser derramada.
La chica parecía divertirse con la escenita que había en la otra barra, y al vernos aparecer amplió su sonrisa y se dirigió hacia nosotros sirviéndonos una bandeja de bebidas creadas por ella.

-          A esta invita la casa, por las molestias – dijo guiñándonos el ojo.

- Gracias, pero no hacía falta - contesté agradecida.
-          La verdad es que es divertido – admitió Francessco. - Si ponéis una cámara podríais subir estas cosas por Youtube y seguro que el bar ganaría clientela.

-          No sabéis la de propinas que me gano a lo largo de la noche gracias a esos dos mendrugos. Aunque me temo que la pobre Alysia no puede decir lo mismo.
La chica morena parecía bastante simpática, y aunque bromeaba sobre ellos lo hacía de forma abierta sin temor a que ellos le escuchasen. Seguramente ella y la camarera rubia se llevaban bien, de hecho en el tiempo que estuvimos allí sentados pude notar que se coordinaban muy bien juntas y se llevaban a los clientes de calle.
Al cabo de un rato bebiendo y divirtiéndonos con las escenas que montaban el motero (que según la morena el novio de la tal Alysia) y el chico japonés, Fujio, decidí animarme y aprovechar para preguntar por Jake a la camarera.

-          Perdona… ¿podría hacerte una pregunta?
-          Claro, dispara.

-          Quería saber si Jake trabaja esta noche por aquí.

- ¿El jefazo? Que va, hoy libra, pero espera…voy a llamar a su hermana y le pregunto,  que no estoy muy segura.
Me quedé unos segundos en blanco al recordar a Salma y lo “bien” que nos llevábamos, y rápidamente traté de detenerla para que no le dijese nada.

Lo último que quería era tener un enfrentamiento con esa bruja.

-          ¡N-no es necesario! ¡No te molestes!
-          No es molestia, así mueve el culo y hace algo – hizo una mueca -  con eso de ser la encargada anda que no se escaquea la muy guarra…

-          ¡NO! ¡Espera! – tuve que alzar la voz para que me escuchase con la música tan alta, pero aun así no se enteró y fue a buscarla.

Francessco me miró confuso y me hizo un gesto para ver si ocurría algo.
-          Fran, voy al baño. Si viene la camarera morena y pregunta por mi dile que me he tenido que ir porque estoy indispuesta…y si ves a una mujer de pelo castaño con unos pechos más grandes que cualquier cerebro humano…mejor no le digas nada. Es la hermana de mi ex jefe y no tengo ningunas ganas de verla.

-          Vale… ¿Pero estás bien? ¿Te sientes mal? ¿Quieres que nos vayamos?

-          Sí, pero no así. Tu haz como si no pasase nada, tómate la cerveza tranquilamente y luego bajas a verme, te estaré esperando abajo cuando vuelva del baño. Dame diez minutos, por favor.
-          Alice…

-          ¡Luego te lo explico!

Salí por el pasillo y me encerré en los baños, temía encontrarme con Salma y la camarera justo al bajar, así que me senté en el wc y esperé un par de minutos antes de salir por la puerta de atrás con disimulo, pero al hacerlo vi que Salma me estaba esperando en esa salida y no había forma de esquivarla.
Al reconocerme abrió los ojos de par en par y se acercó mirándome de forma amenazante.

-          Tienes mucha cara para venir hasta aquí después de lo que hiciste…

-          Hola Salma. Yo también me alegro de verte – contesté sin mucho ánimo.

- No me vengas con esas! ¿qué cojones haces tú aquí?
-          He venido para ver a tu hermano – admití - sólo quería saber cómo estaba.

-          Mi hermano está perfectamente, pero no gracias a ti precisamente.

Su tono de reproche hizo que aumentase la tensión de mi puño al mismo ritmo que mis ganas de estampárselo contra su maquillada cara.
-          ¿Crees que yo quería que le ocurriese aquello?

-          ¡Por tu culpa le hirieron! ¡Mataron a Beth en vez de a ti!

Abrí los ojos de par en par, sorprendida al escucharla. Su propio rencor hacia mí la había delatado, pero ni siquiera se dignó a tratar de disimularlo.
-          ¿Se puede saber de qué estás hablando...? ¿Acaso sabes algo que yo no sepa?

Salma levantó el mentón pero dejó de mirarme fijamente, como si estuviese avergonzada y quisiera escudarse en su orgullo.

-          No te hagas la tonta. Sabías que te buscaban, por eso desapareciste.

-          Lo que a mí me interesa es lo que tú sabes. Habla ahora mismo o te juro…- me tuve que morder la lengua, lo último que quería era dar un espectáculo y llamar la atención de los de la planta de arriba, aunque la música amortiguaba el ruido desde ahí.
-          ¿Qué vas a hacer? ¿Eh? – preguntó desafiante, alzándose sobre las puntas de sus pies como si quisiera demostrar algo por sacarme media cabeza con tacones - ¿Te piensas que no sé quién eres? ¿Qué a mí me engañas? ¡Sé que mataste a ese hombre que sale en las noticias, al igual que mataste a Beth y casi te cargas a mi hermano, zorra!

Al decir eso me golpeó intentando tirarme al suelo, pero conseguí mantenerme en pie y empujarle con más fuerza, aprisionándola contra la puerta de salida.
-          ¡Yo no tuve nada que ver con eso!

-          ¡Era a ti a quien buscaban!

-          ¡¿Cómo lo sabes?! – perdí el control y volví a empujarla, golpeándola con la puerta de hierro.

- ¡Porque vinieron preguntando por ti antes de matarla! ¡Alidaen! ¿Te suena ese nombre?
Me detuve al escucharlo, y ella intentó aprovechar mi confusión para clavarme las uñas en la cara, pero la esquivé a tiempo y pasó rozando mi mejilla. Después la agarré de la muñeca y apreté con fuerza, obligándola a doblarse sobre sí misma.

-          ¡Suéltame o llamo a la policía! ¡Les diré quién eres!

Ante su amenaza la solté de golpe y la miré con rabia. 
Ella se acomodó el pelo sonriente y se frotó la muñeca dolorida.

- Si no lo he hecho aún es porque sabría que tarde o temprano aparecerías y tendrías que devolverme el favor por estar tan callada todo este tiempo. Pero eso puede cambiar…
Me miró con una sonrisilla muy pagada de sí misma, pero tanto ésta como mi gesto de enfado se apagaron cuando escuchamos una voz que provenía de las montañas de barriles de cerveza y cajas de refrescos acumuladas en uno de los rincones de la planta baja. Una voz bastante clara a pesar del ruido de fondo.

Música: Curtis Stigers & The Forest Rangers - John The Revelator

-          Tsk…vendes a tu empleada y encima te atreves a chantajearla. ¡Qué arpía!

Salma se volvió asustada y una silueta oscura se materializó en la sombra, sólo podían verse las esferas rojizas que eran sus ojos, pero no me costó reconocer aquel tono burlón que el vampiro Dale solía emplear cada vez que hablaba.
-          ¡¿Quién ha hablado?! ¡Sal de ahí, capullo! ¡Esta zona está cerrada al público!

Salma volvió a girarse, esta vez mirándome confusa al ver que yo no reaccionaba como ella. Y en ese momento el vampiro apareció en su espalda, agarrándola del cuello con una mano y arrastrándola casi en un suspiro hasta lo que antes fue el escenario donde vi a Valo tocar por primera vez.

Empezaba el espectáculo.
Ella se quedó muy quieta sin atreverse a mirarle, temblando como una hoja mecida al viento.

-          T-tiene un arma…- tartamudeó.

- Oh si, y bien cargada, nena – contestó él, guiñándome el ojo y mostrándome despreocupadamente la mano que tenía pegada a su espalda, cuyo dedo pulgar e índice tenía extendidos simulando una pistola.
Tuve que hacer un gran esfuerzo para no llevarme la mano a la frente. Aquel vampiro y su forma de actuar me desconcertaban. Era difícil saber cuándo bromeaba y cuándo pensaba comerse a alguien de verdad.

- Si te soy sincero…semejante despliegue de maldad me ha puesto cachondo, sobre todo por la parte de la pelea de gatas.
-          Pero me parece que la gatita rubia te habría dado una paliza si no llego a intervenir, deberías agradecérmelo.

-          ¡Te lo agradeceré como tú quieras! pero por favor… ¡no me hagas daño!

-          ¿Hacerte daño? ¡Qué va! Aunque cuando me ponen así suele entrarme un poquito de hambre…más de la necesaria, y eso no es bueno ¿Sabes…?

Dale inclinó la cabeza para acercarse a su cara y dejar que Salma pudiese verlo por el rabillo del ojo, y vi cómo su piel tostada perdía dos tonos de color al fijarse en aquellos hambrientos ojos rojos y sus afilados colmillos, pálidos como el resto de su piel.
-          Aunque si ella me lo pide por favor…- dijo señalándome con un gesto de cabeza – puede que me piense lo de dejarte seca.

La desesperada mirada de Salma se clavó en la mía, pero estaba tan dolida que ni las amenazas del vampiro me afectaron en un principio. Aparte de que imaginaba que se estaría tirando el farol.

Pasaron unos segundos en silencio en los que los tres esperamos, cada uno a su manera, a ver qué ocurría después. Y al ver que no decía ni una palabra Dale se encogió de hombros y cogió a Salma del pelo para echar su cabeza hacia atrás y dejar su cuello expuesto.

- Por favor...- balbuceo asustada.
-          ¿Nada? – él sonrió con cierta lascivia y mostró sus afilados colmillos para que los viese bien. – Así me gusta, nena – me dijo - La venganza sabe aún más dulce cuando la pruebas…

Aquel gesto debería haberme parecido aterrador, pero seguía sin creerme del todo que lo haría. Y no podía negar que resultaba erótico en cierto modo.

Quizás fuese porque quería librarme de su insufrible presencia de una vez por todas, pero no hice ni dije nada cuando Dale atravesó la piel de mi antigua encargada con sus colmillos y comenzó a beber de su sangre.
Despacio, sin dejar de mirarme mientras sustraía lentamente una vida humana…
Era incapaz de apartar la vista ante una visión tan dulce como aquella.

Incapaz de apartar la vista de aquellos rubíes cada vez más oscuros y mortales que no dejaban de mirarme como si quisieran devorarme...
Podía sentir su lengua deleitándose en mi cuello segundos antes de penetrar mi carne y beber de mí, y mi cuerpo se estremeció por culpa de aquel pensamiento tan íntimo con el vampiro.

Inconscientemente, mis manos adoptaron el papel de sus labios y con suavidad comencé a recorrer con la yema de mis dedos la delicada superficie de mi cuello, sintiendo un leve escalofrío a mi espalda.
Por un momento deseé ser yo quien estuviese en el lugar de Salma…y entonces me di cuenta de que algo no iba como debía, que yo también estaba cayendo en su influjo y tenía que detenerlo inmediatamente.

Los ojos de su víctima estaban ya cerrados y respiraba muy despacio, pero el gesto plasmado en su rostro dejaba claro que estaba disfrutando con el beso de aquel vampiro, y que de no hacer nada para evitarlo le entregaría gustosa hasta su último aliento de vida.
-          ¡Déjalo ya, por favor! – le rogué.

Él se detuvo, pero no apartó los labios de su cuello, dejando que su sangre manase lentamente por los pequeños agujeros que había creado para alimentarse. Al menos Dale no parecía tan bestia como Beau, el vampiro que casi me mata.
-          Sigo teniendo hambre… ¿Qué me piensas dar a cambio?

-          ¿Tú también vas a chantajearme?

-          Soy un vampiro… ¿qué esperas? – contestó encogiéndose de hombros, como si aquello cayese de cajón, y volvió a agarrarse al cuello de Salma.

-          ¡Dijiste que si te lo pedía por favor la dejarías!

-          Eso fue antes de empezar a comer. ¿Tu tirarías una gran copa de helado de turrón, nata montada y nueces caramelizadas después de dar tan sólo la primera cucharada…?

Qué buena…. ¡espera! ¿Cómo sabía que era mi favorita?
-          ¡Te has metido en mi cabeza!

Trató de poner un gesto inocente, pero tener la boca llena de sangre le restaba bastantes puntos.

-          Era demasiado tentador…hace tan sólo unos segundos te abriste para mí como una inocente doncella en su noche de bodas.

Le miré con cara de asco, pero aquel gesto debió divertirle porque volvió a soltar el cuello de Salma para reír.

- Dime que me darás lo que te pida, como si fuese tu galán y tú mi amante - continuó picándome.
-          Como sigas así lo único que te voy a dar es un puñetazo en esa boca sangrante que tienes.

-          Entonces morirías, pero antes acabaría con tu amiga.

-          No es mi amiga.

-          Entonces dime por qué quieres salvarla. Acaba de decirte que te delataría, y eso, por lo que he oído, te pondría en un aprieto. Te estaría haciendo un favor al acabar con ella.

- Porque me diste la opción de hacerlo – admití sin irme por las ramas.
-          Así que lo único que la mantendría con vida sería tu estúpida conciencia. No quieres que su muerte pese sobre tu cabeza ¿no es así…?

-          Puedes verlo de ese modo si quieres.

Él sonrió y ladeó la cabeza.

-          Si es lo que quieres, haremos un trato.

Volvió a dar otro trago, e hizo un gesto con la mano para que me calmase al ver que me adelantaba para intentar detenerlo.
Después posó el cuerpo de Salma sobre el suelo con delicadeza, y pude comprobar que su pecho seguía moviéndose lenta pero rítmicamente.

-          Cómo ves de momento la he dejado con vida. Está al límite de sus fuerzas…pero vive. Y que siga así y se recupere depende de ti y de esa cosa que los mortales llamáis conciencia. Un trago más y todo terminaría para ella – en ese momento lamió las heridas de su cuello y estas comenzaron a cerrarse lentamente.
-          Parece sencillo…pero alimentarse de la vida de un humano requiere de mucha práctica. Unas cuantas gotas de sangre pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte, entre seguir sediento o saciado…

Acarició la cabeza de su víctima, apartándole el pelo que tenía por la cara y dejando su rostro a la vista.
-          A veces es suficiente, pero no todos los mortales son iguales, y no toda la sangre alimenta de la misma forma, al igual que no todos los platos de comida llenan del mismo modo. Y resulta que ese último trago que puede darme esta humana a costa de su muerte…es justo lo que necesito para sentirme satisfecho…a no ser…que obtenga otro medio por el que alimentarme…¿captas por dónde voy?

- ¿Acabas de soltarme toda esta retahíla absurda para pedirme que te ofrezca mi sangre?
-          Más o menos - asintió soltando una leve risotada. – La verdad es que sí. Los vampiros tenemos toda una eternidad por delante y nos tomamos la “vida” con calma, es normal que a veces nos alarguemos un poco más de la cuenta a la hora de dar explicaciones.

-          ¿Y por qué motivo pides algo cuando has estado a punto de dejar seca a una mujer sin haberle preguntado ni el nombre?

-          Porque así es más divertido, y porque te dije que me alimentaría de ti cuando tú me lo pidieses.

¿Es que disfrutaba confudiéndome y provocándome continuamente?
-          ¿Y si no lo hago cumplirías tu promesa de no alimentarte de mí nunca?

-          Sí, pero la muerte de esta humana pesaría sobre tu cabeza. Así que tú decides.

-          Eres un cabrón...

-          Un cabrón que puede matarte en cualquier momento pero que cumple su palabra – matizó.

Sabía que terminaría arrepintiéndome, pero era incapaz de dejar que la matase. Por muy zorra que fuese no pensaba ponerme a su altura entregándole su vida al vampiro. Ahora por desgracia estaba en mis manos y era la responsable de lo que le ocurriese.
-          Está bien, pero…sólo un trago.

Él asintió lentamente, volviendo a mostrar sus colmillos con una mueca satisfecha y levantándose despacio.

- Pero antes quiero que hagas por mí una última cosa - comencé a decir rápidamente, temblando de miedo por el trato que acababa de cerrar.
-          Tranquila, he borrado todos los recuerdos que te unen a esa humana. Cuando despierte no recordará nada de ti, ni ninguno de tus nombres.

-          ¿Has vuelto a meterte en mi cabeza? – pregunté contrariada.

-          Tus ojos son como un libro abierto, mi querida ninfa…no me ha hecho falta mirar dentro de tu cabeza para saber lo que pensabas.

Por desgracia su respuesta no me tranquilizó en absoluto, y mucho menos su mirada.
Y como era lógico ya me estaba arrepintiendo de haber aceptado la propuesta de ese vampiro.

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11 comentarios:

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    1. Me he quedado de piedra... Dale es demasiado... Vamos, que ya tengo ganas de verle agarrado del cuello de Alidaen.
      Fran me ha matado en el cine con su comentario, y bueno, resulta algo extraño a la vez que predecible ver cómo Ali ha ido cambiando con el paso del tiempo, ahora se nota que está más "espabilada" y sabe moverse mejor, aunque como siempre, tiene tendencia a meterse en líos.
      Espero que no sea sólo Janne quien la "cuide" y de pronto nos sorprenda Thae para arrancarle del cuello al chupóptero (no sin antes dejarle a éste un poquito de disfrute :P).
      Un capítulo lleno de momentos para recapitular, y recordar, desde los inicios de la historia. Me ha gustado mucho.
      Espero el siguiente con muchas ganas guapa. Un saludo!

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    2. Dale es demasiado listo...y sabe hacerse desear-odiar, ya lo veréis en el siguiente capítulo jijiji

      Ali busca los problemas, aunque sea inconscientemente, y si no lo hace éstos siempre irán hacia ella, es como un imán xD pero hay que entenderla...lleva meses prácticamente encerrada y a salvo, necesita un poco de acción (¡y yo también! jajaja)

      Sobre su cambio de actitud, yo creo que le va haciendo falta, y ahora que tiene tantas personas a su alrededor creo que va espabilándose más rápido y aprendiendo un poquito cada día de ellos. Espero de todas formas que el cambio no resulte demasiado precipitado, hay que comprender que hasta ahora ha vivido encerrada en su mundo y prácticamente huyendo de las personas para evitar que le hagan daño, y en Shelüne ha encontrado la fortaleza que necesitaba.

      Y no te preocupes, Thaerion ahora mismo anda muy centrado en su investigación y algo apartado de su vida, pero se acerca el final de la temporada y habrá que hacer algo al respecto ;)

      En fin guapa ¡me alegra que te gustase el capi! gracias por tu comentario y nos vemos en el siguiente! aunque seguro que tu publicas antes que yo y ya me verás por allí como loca comentando jajaja ¡un abrazo!

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  2. Ohhhhhhhh Fran es tan dulceeeeeeee <3 aunque me gusta mas la preja de Ali con Thae, admito que se ven super tiernos con el *^* owowowowo >u<
    Dale tiene un no-se-que que me gusta mucho x3 y me alegra que Ali haya reaccionado y no deje que mate a la chica D: no me cae, pero pobrecita ;_; espero que el vampiro no le haga daño a Alidaen ; O ;
    Janne <333 admito que es de mis favoritos, le sigue muy de cerca a Serp >:3 (pero el es mi gran amor, chi chi :///D )

    Me encanto Ali, sigue proto (/>o<)/
    Saludos ~♥

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    1. ¡Hola Mexe! ^^

      Fran es un trocito de pan el pobre, pero creo que voy teniendo muy claro a quién preferís con Ali jajaja

      Me alegra mucho que te guste Dale ^^ Y claro, le dio a elegir y Ali es demasiado buenaza, difícilmente va a permitir que maten a un inocente por muy mal que le caiga.

      Que bien que Janne te guste, le tengo mucho cariño a ese personaje y me gusta ver que tiene buena acogida entre vosotros. Y a ver si saco pronto a Serpiente ¡que lo tengo olvidado!

      ¡Un besote guapa, gracias por comentar!

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  3. Bueno, vaya escenita entre Dale y Salma... Entre el asesinato y el erotismo, y de vuelta. Pobre Ali, tan inocentona como es, no es rival para semejante vampiro, y, claro, la maneja a su antojo. Ha sido divertido verla de nuevo en el bar del principio.

    Y Fran, tan "paradito" como es, es muy mono, la verdad: en absoluto "desentona" con Ali, jeje.

    PD: Por cierto, me parece que me he líado antes con los comentarios. Me estaba dando error todo el rato, y al final me parece que lo he publicado en el capítulo que no era. El lugar al que me refería era el almacen abandonado que visitan Avispa y Thaerion...

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    1. ¡Hola Marsar!

      Si...la pobre Ali tiene poco que hacer en manos de alguien como él. Es una chica con cierto carácter y cabezota, pero sexualmente ha tenido una enseñanza casi nula, conoce y controla muy poco sus propios deseos e impulsos como ninfa (que son bastante más apasionados que los de un humano), y los vampiros son expertos en manipular estos sentimientos, sobre todo Dale. Pero bueno, ya veremos cómo va la cosa y si se sale con la suya :3

      A mi también me ha gustado volver a llevarla al bar, y sobre todo ver que no he perdido esas descargas y seguía como siempre jajaja

      Fran y Ali hacen buena pareja, hay que admitirlo, a su lado ella pierde cierta timidez y se vuelve más pilla y hasta más manipuladora, solo hay que ver que siempre consigue lo que quiere cuando está con él xD

      Y no te preocupes por los comentarios, he entendido perfectamente a qué te referías cuando te leí ^^

      ¡Un abrazo y gracias por comentar!

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  4. ¡Oh Dios mío! ¡¿Como se puede odiar y amar a la vez a un personaje?! ¡Que ganas de leer el siguiente capítulo!

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    1. Jajajaja, creo que lo dices por el vampiro, si es por él es que se le da muy bien despertar esos sentimientos jijiji

      Tranquila que muy pronto subiré la siguiente parte ;) ¡Besazos!

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    2. Sí, exactamente lo digo por el vampiro... ¡madre mía como es! Creo que yo habría sucumbido hace mucho tiempo si me viera en situación XD

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    3. ¡Es un cara dura! Y yo creo que también si me pasase lo que a Ali...xDD

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